Cada 25 de mayo recordamos la Revolución de 1810. No fue un acto protocolar ni una simple declaración. Fue una ruptura: un grito de libertad, autodeterminación y justicia frente al orden colonial, la desigualdad y la opresión.
Los hombres y mujeres de Mayo enfrentaron a un poder lejano, elitista y autoritario. Lo hicieron organizados, con convicción y coraje, desafiando los privilegios establecidos y sembrando las bases de una nación soberana.
“Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía” – Mariano Moreno
Hoy, más de dos siglos después, vivimos tiempos oscuros. La Patria vuelve a estar en riesgo. La entrega, el ajuste y la represión ocupan el centro de la escena. Los sectores que hoy gobiernan pretenden borrar nuestra historia, despreciar la soberanía popular y reducir la política a un show vacío, sin pueblo ni destino común.
Por eso, este 25 de Mayo no puede ser solo una fecha en el calendario. Debe ser un llamado. A recordar que fuimos revolución. Que somos pueblo. Que tenemos una historia de lucha y organización que no vamos a entregar.
Volver a Mayo es volver a los ideales de libertad, igualdad y justicia social. Es entender que la verdadera independencia no se declama: se construye, se milita y se defiende, todos los días, desde cada lugar donde late el corazón del pueblo.